El valor de un libro (I)

21 diciembre 2009

Esta serie de entradas parte del que considero uno de los textos más destacables de la historia del ensayo literario: el prefacio de Oscar Wilde para la segunda edición de El retrato de Dorian Gray.

Dicho prefacio, escrito para tratar de acallar el aluvión de críticas que había recibido el libro por su inmoralidad, nos muestra algunas de las opiniones de Wilde acerca del arte, los artistas y el proceso de creación artística, y las interpretaciones que de cualquier obra pueden hacerse.

No voy a comentar en esta serie todos los temas que se tratan, algunos me los reservo para introducirlos en futuras reseñas. El texto en versión original es el siguiente (incluiré una traducción de los fragmentos a medida que los vaya necesitando):

The artist is the creator of beautiful things. To reveal art and conceal the artist is art's aim. The critic is he who can translate into another manner or a new material his impression of beautiful things.

The highest, as the lowest, form of criticism is a mode of autobiography.

Those who find ugly meanings in beautiful things are corrupt without being charming. This is a fault.

Those who find beautiful meanings in beautiful things are the cultivated. For these there is hope.

They are the elect to whom beautiful things mean only Beauty.

There is no such thing as a moral or an immoral book. Books are well written, or badly written. That is all.

The nineteenth century dislike of Realism is the rage of Caliban seeing his own face in a glass.

The nineteenth century dislike of Romanticism is the rage of Caliban not seeing his own face in a glass.

The moral life of man forms part of the subject-matter of the artist, but the morality of art consists in the perfect use of an imperfect medium. No artist desires to prove anything. Even things that are true can be proved.

No artist has ethical sympathies. An ethical sympathy in an artist is an unpardonable mannerism of style.

No artist is ever morbid. The artist can express everything.

Thought and language are to the artist instruments of an art.

Vice and virtue are to the artist materials for an art.

From the point of view of form, the type of all the arts is the art of the musician. From the point of view of feeling, the actor's craft is the type.

All art is at once surface and symbol. Those who go beneath the surface do so at their peril.

Those who read the symbol do so at their peril.

It is the spectator, and not life, that art really mirrors. Diversity of opinion about a work of art shows that the work is new, complex, and vital.

When critics disagree the artist is in accord with himself.

We can forgive a man for making a useful thing as long as he does not admire it. The only excuse for making a useless thing is that one admires it intensely.

All art is quite useless.

Aparte de la sentencia final, la frase que más me llamó la atención en su momento es ésta:

No existen libros morales o inmorales. Los libros están bien o mal escritos. Eso es todo.

Demoledora. En el fondo, las divisiones en metagéneros, géneros, subgéneros y demás clasificaciones son supérfluas. La única división que importa es la que existe entre los buenos libros y los malos. La esencia de un libro es su calidad literaria.

Parece evidente, ¿verdad? Se supone que cualquiera es capaz de recordar y diferenciar entre los bodrios que ha dejado a medias y los libros que devoró en uno o dos días. Se supone también que, pasado el tiempo, cualquiera es capaz de distinguir los libros que le han causado impresión de los que ha olvidado.

Y, sin embargo, cuántas veces se alaba un libro por su final inesperado o sorprendente, o por lo bien que encajan las piezas, y cuántas más he oído criticar un libro por tener un final que consideran previsible, o simplemente triste. Son muchísimos los autores (de best-sellers, en general) que basan su éxito en este criterio de un gran número de lectores, que no se fijan en lo bien o mal escrito que esta el final sino en los sorprendente que es o deja de ser.

Un fenómeno aún más preocupante es el de los libros que no se consideran suficientemente buenos para el público adulto y que por ello se recomiendan como aptos para lectores más jóvenes. Si hay una obra que encaja perfectamente en esta definición es Dragonlance. He leído innumerables veces en foros de fantasía comentarios de fanes de la saga en los que reconocen que al volver a leerla pasados los años se dieron cuenta de lo flojos que son los libros, pero aún así siguen recomendándola, pero advirtiendo que sólo a menores de 14 o 16 años. Así nos va. Un buen libro infantil o juvenil debería ser primeramente un buen libro, y después tener una temática o lenguaje accesible a niños y adolescentes. Pero que sea un buen libro, y los de la Dragonlance no lo son ni de lejos.

Evidentemente, es fácil quedar fascinado por El Señor de los Anillos y querer leer más historias de elfos y magos y dragones y orcos y demás razas, o de héroes que acaban con sus enemigos a espadazo limpio; pero no debería ser a costa de leer libros que toman los elementos de ambientación y dejan fuera todos los valores literarios: la construcción de personajes, el ritmo narrativo, la coherencia interna, ... porque los seres humanos somos cómodos por naturaleza, y es probable que el niño que empieza con Dragonlance, siga con El elfo oscuro, Añoranzas y pesares o La rueda del tiempo, o cualquier otra saga de calidad similar, y pase años instalado en la mediocridad.

Quizá parezca una exageración, pero creo que los casos son muy numerosos. Recuerdo especialmente a los chavales que publicaban sus fanfics en el foro de Elfenomeno (hace mucho tiempo), casi todos cortados por el mismo patrón: idéntica temática, mismas expresiones, que no entendía de dónde podían haber sacado... hasta que leí las Crónicas de la Dragonlance, claro. Y auguro un futuro similar para todos los jóvenes que son ahora fans de Crepúsculo, y que saltarán a las novelas de Anne Rice, y que escribirán historias de amor de vampiros que ya no serán depredadores sino luciérnagas.

Sirva como prueba la lista de libros fundamentales de fantasía de Sedice, en la que aparecen la saga de Terramar en el 8º puesto, Crónicas de la Dragonlance en el 9º, Tigana en el 10º, la Trilogía del Elfo Oscuro en el 18º, Añoranzas y pesares en el 21º, El ciclo de la Puerta de la Muerte en el 24º, y no sigo porque me estoy poniendo enfermo. Todos estos libros (y alguno más de la lista que no he mencionado porque ni siquiera lo he leído) me parecen más que prescindibles y están entre los libros recomendados para entender el género sólo porque "son entretenidos para los niños". Hay libros infinitamente superiores que son igual de entretenidos e igual de accesibles para los jóvenes, pero no te hacen lamentar haber perdido el tiempo con ellos años después.

Teniendo presente la ley/revelación de Sturgeon:

Ninety percent of everything is crud

Conviene esforzarse un poco y tratar de leer y recomendar ese 10% que merece la pena.

9 comentarios:

Aburreovejas dijo...

Estando de acuerdo con todo lo que dices, para mi no es baladí que esa infraliteratura puede ser muy entretenida y lo suficientemente atractiva para jóvenes como para que sigamos sugiriéndolos por delante de otras novelas que requieren un gusto mucho mayor por la lectura. A mi me encantaría recomendar a mis alumnos libros netamente juveniles como Las crónicas de Prydain de Lloyd Alexander, los libros de Terramar de Le Guin... pero me da que muchos no los apreciarían porque no tienen lo que a ellos les engancha: acción, romance, emociones, romance bobalicón... a poder ser contados con un lenguaje plano, una preponderancia absoluta del diálogo y una trama plagada de estereotipos.

De ahí el éxito total de la infraliteratura de Laura Gallego. Basta leer las cuatro primeras páginas de "Memorias de Idhún" para darse cuenta de lo mal que escribe (si me apuras, peor que Weiss y Hickman) y del por qué de su éxito.

Desde un punto de vista utilitarista, para mi son libros de entrada muy válidos, que aficionan a leer a una gran "masa". Después, los que queden, ya irán profundizando, por su cuenta o siguiendo los guías que ellos elijan.

Foe Hammer dijo...

A mí lo que hace que me hierva la sangre no es que los niños lean esos libros, sino que se los recomienden e incluso esas recomendaciones sean aceptadas de forma general. He puesto el ejemplo de "Dragonlance" porque es paradigmático (je, si incluso está includo en la lista de fundamentales de Cyberdark :P Con una última frase MUY significativa, por cierto), pero "Memorias de Idhún" es aún más grave, y ahí está en el puesto 47 de la lista de Sedice. Lo que me hace pensar que se llegue a recomendar ese libro es que la lista tenía que haberse cortado muchos puestos más arriba. O que parece que se cumple lo que digo: hay un grupo relativamente numeroso de lectores que se ha quedado atascado enesa clase de libros y los recomiendan porque no han leído nada que les haga ver lo malísimos que son en realidad.

Desgraciadamente, entiendo que prefieras que lean algo, por malo que sea, a que no lean nada, pero hace poco comentábamos este tema en una lista de correo y lamentaba el conformismo que tenemos con la lectura. El símil que ponía es el de alguien que no ve partidos de fútbol porque no le interesa, pero que si de vez en cuando coge un partido de 2ªB por la tele lo ve y lo disfruta, ¿la multitud a la que le gusta el fútbol pensaría "bueno, al menos ve algo de fútbol" o se plantearían que está mal de la cabeza?

No hay duda que algunos chavales, gracias a estos libros, se aficionarán a la lectura de calidad, aunque sólo sea cuando se queden sin basura que leer, pero no puedo evitar pensar que seguramente lo habrían hecho de todas formas, sin perder el tiempo con "Crónicas de Thomas Covenant" y similares.

La adolescencia es una edad difícil, y no tengo experiencia tratando con jóvenes, pero no puedo creer que alguien prefiera "Dragonlance" a "Los tres mosqueteros", que es igual de emocionante, contiene las mismas dosis de aventuras, está también protagonizado por un grupo... y está mil veces mejor escrito.

Igual el camino es alejarlos de la fantasía unos años, para que no quede asociada en su mente a novelas facilonas e intrascendentes, que es lo que hace que después los lectores adultos sean tan renuentes a leer libros de género.

Aburreovejas dijo...

Como curiosidad, hicimos los tres listados de fundamentales así, a criterio de 25 personas, cada uno el suyo, para evitar lo ocurrido con la lista de Sedice. Quizás más representativa entre los usuarios pero mucho más uniforme. Me mola que en la nuestra, con sus olvidos y presencias, apareciesen Lord Dunsany, Mervyn Peake o Jonathan Carroll en igualdad de condiciones con la Dragonlance.

El símil que ponía es el de alguien que no ve partidos de fútbol porque no le interesa, pero que si de vez en cuando coge un partido de 2ªB por la tele lo ve y lo disfruta, ¿la multitud a la que le gusta el fútbol pensaría "bueno, al menos ve algo de fútbol" o se plantearían que está mal de la cabeza?

En la batalla del ocio, donde a diferencia de hace treinta años ahora hay muchas más opciones, la literatura cada vez lo tiene peor y quizás por eso me conforme con este magro consuelo.

La diferencia que veo en la situación que planteas es que esa persona que mantiene un cierto gusto por la lectura es posible que en el futuro pueda acercarse a otro tipo de literatura, regular o esporádicamente.

Todos conocemos historias sobre gente que apenas ha leído más allá del bestseller de turno, estuviese ¿escrito? por Ildefolso Falcones, Dan Brown o Paulo Coelho. Desde hace unos meses yo tengo una que me hace ser más optimista. La novia de un amigo tenía este perfil; apenas leía nada más que libros de consumo masivo hasta que por el día del libro la regalamos "El mundo según Garp" de John Irving. Y dimos en el clavo. Con muuuucha parsimonia lo dio cuenta y después pasó a otras dos novelas de Irving. Supongo que es la búsqueda de ese más de los mismo llevado a otro nivel.

El hecho es que una persona que leía tres o cuatro libros al año, que son la inmensa mayoría en este país, ahora ha introducido un nuevo nombre en su lista. Y, quizás se plantee, cambiar. Porque su opinión sobre "El símbolo perdido" ya no es tan condescendiente como con "Ángeles y demonios" (je, ya se ha dado cuenta que los personajes son fundamentales y en Brown son bustos parlantes). Aunque este año la regalamos "Norwegian Wood" de Murakami y fallamos.

Supongo que no hay recetas o títulos que pueden gustar a todos. Hay que ir tanteando. Encontrar el libro adecuado para cada persona.

Y sí, debemos recomendar "Los tres mosqueteros", cualquier obra de Stevenson o Wells... Pero ahora es difícil que los jóvenes se interesen por ellas de primeras porque utilizan un lenguaje y se desarrollan en épocas que suenan a muy viejo (mucho más que cuando nosotros teníamos esa edad). Mientras, los dragones, los magos de túnicas rojas y las princesas bárbaras molan... o molaban porque ahora también están quedando desfasados. Lo atractivo son los vampiros. Los libros de Stephanie Meyer son basura pero algo tendrán cuando en un recreo donde hay 170 niños de Secundaria hay once chicas de 3º y 4º de E.S.O. (¡11!) sentadas en un banco leyéndolos.

Lo veo como un triunfo de un veneno que, esperemos, sigan necesitando en el futuro.

Foe Hammer dijo...

En cuanto a las listas de fundamentales, puedes respirar tranquilo: me gustan mucho más las vuestras. Habitualmente estudio a mi víctima y hago recomendaciones muy dirigidas, pero si ya parece que ha picado, le remito a las listas de Cyberdark (a veces con alguna advertencia, eso sí), no me arriesgo a que escoja mal en la lista de Sedice (o de ganadores de los Hugo y los Nebula) y tire por tierra todo el esfuerzo en tratar de acercar a alguien a la fantasía.

Lo que no me puedo creer es que la literatura lo tenga cada vez peor. Mal lo tenía hace 100 años, o incluso hace 50, que no había quien se comprara un libro. Y la mayor crisis de los últimos años fue la de la generación bit, que con tanto tiempo dedicado a jugar con ordenadores, consolas y ver la televisión no había quien leyera. Pero los niños de hoy en día tienen internet, que todavía es un medio mayoritariamente escrito. Se pasan horas leyendo, y tienen a su alrededor un mercado editorial al borde de la revolución, sólo hay que ayudarles a dar el salto. Y si se les puede orientar un poco para que no caigan en mal sitio, pues mejor.

Pero no será fácil, yo tampoco creo que haya una fórmula maestra o universal que sirva para todos (aunque Dan Brown parece que la encontró...), lo que no hay que hacer es perder la esperanza.

P.D: Ojalá regalaran un libro de verdad al comprar los de Crepúsculo... igual dentro de una semana veías a 11 chicas leyendo algo interesante.

Unknown dijo...

Siguiendo el principio de Pareto (que funciona y es la polla), el 20% de los libros que se escriben son el 80% de los que se merecen ser leidos. Y yo lo aumentaría aun mas.

Asimismo, el 20% de los libros que has leido son los que te habrán causado el 80% de placer mental.

Foe Hammer dijo...

Es curioso, el otro día mencionaba el principio de Pareto en Twitter, pero para comentar que ya no sirve para modelar muchas de las tendencias económicas. Concretamente, en medios masivos como internet, el 20% de usuarios ya no codiciona los mercados como antes, simplemente es un indicador de nuevas tendencias, pero el cambio sólo llega realmente cuando es acogido de forma mayoritaria (larga cola).

En este caso, sim embargo, sí creo que es adecuado :)

Aburreovejas dijo...

Sí, internet es un medio mayoritariamente escrito pero nuestros adolescentes pasan la mayor parte del tiempo o en el msn, o viendo vídeos, o dándole a juegos en java o en Tuenti; mirando fotos, subiendo las suyas como si fuese un fotolog y comentando las de sus compañeros como si fuese un chat. Triste pero verídico :(

Lo que comentaba de "Crepúsculo"... sólo ha habido otro libro que haya visto en tales cantidades durante los recreos. A comienzos de esta década cuando se iniciaba el fenómeno Harry Potter y se los pasaban entre ellos como si fuesen droga. Sigo pensando que es una cuestión de que lean sin importar qué es lo que cae en sus brazos; ya tendrán tiempo de descubrir vampiros de los buenos.

Foe Hammer dijo...

Jeje, afortunadamente Mashable ha venido en mi ayuda, y en un artículo de hace unos días mencionan el acercamiento de los niños a la lectura y la escritura como uno de los principales cambios que han traído las redes sociales: http://mashable.com/2010/01/07/social-media-changed-us/

Escribirán con abreviaturas, con ks, sin vocales, con faltas de ortografía, pero pasan el día leyendo y escribiendo. La pena es que cuando se deciden a leer un libro se encuentren con Codigos Da Vinci. Entre lo que escriben ellos y la mierda que leen escrita por otros van a terminar por creer que solo se puede llegar hasta ahí.

El problema que le veo a dejar que lean Crepúsculo y esperar a que descubran otras cosas es que puede ser demasiado tarde. La vida se complica antes de que te des cuenta, y los años en que se tiene tiempo libre de sobra para que dedicar una hora diaria a leer no sea significativo pasan volando. Si el descubrimiento llega demasiado tarde, no tendrán margen de maniobra. Shakespeare no se puede leer en tandas de 10 minutos.

Aburreovejas dijo...

Puede ser (no seré yo el que cargue contra un informe, esté financiado por quien esté financiado), pero habla de niños. El gran problema con los jóvenes lectores está justamente en el paso a la adolescencia. Según todas las estadísticas los niños leen muchos libros, pero justamente en el paso de primaria a secundaria ocurre "algo" que hace abandonar a la mayoría, sobre todo a los varones. Y quizás ese "algo" esté influido por una mezcla de esa falta de tiempo (la vida social de un adolescente es como el monstruo de las galletas), la sobreabundancia de oferta de ocio, el domino absoluto de la cultura de la imagen sobre la palabra, el estrechamiento de la campana de la atención (realmente la inmensa mayoría es incapaz de mantener la atención sobre algo "estático" por más de diez minutos)...

En todo caso, sería interesante abrir un debate que alguna vez tuvimos en cyberdark sobre si se deben considerar en las encuestas sobre lectura otros medios no "tradicionales": diarios, El Marca, ahora redes sociales, blogs... Si en el paso "El código Da Vinci" a otro tipo de literatura me cuesta ver el paso (aunque ya digo que algunos veo), el de otros medios a la literatura tradicional ya me parece quimérico.

Eso sí, me da rabia que cuando nosotros leíamos a Shakespeare o Calderón, ahora estén leyendo, como mucho, novelas juveniles del plan lector. Que sí, que así el riesgo de perder futuros lectores es más bajo. Que deben leer obras cercanas a sus intereses para forjar el gusto. Que patatín y patatán. Pero no estamos hablando de "Tiempo de silencio" o "El Quijote". "Romeo y Julieta", "El alcalde de Zalamea"... son obras atemporales que pueden gustarles mucho. Como ocurrió con bastantes de nosotros.