El valor de un libro (II)

05 enero 2010

Todo arte es a la vez superficie y símbolo. Quienes profundizan, sin contentarse con la superficie, se exponen a las consecuencias.

Quienes penetran en el símbolo se exponen a las consecuencias.

Lo que en realidad refleja el arte es al espectador y no la vida.
Siguiendo con la serie de entradas en las que comento el prefacio de El retrato de Dorian Gray, hoy le toca el turno a la interpretación de una obra, y cómo una lectura subjetivista puede afectar a la impresión que causa en el lector. No es que abogue por una lectura objetiva y carente de sentimientos y opiniones, mayormente porque es imposible, pero sí considero que es necesario evitar confundir las opiniones propias con las del autor al leer un texto y, sobre todo, no juzgarlo -positiva o negativamente- por nuestra interpretación.

Las consecuencias de una lectura cargada con los prejuicios del lector se pueden apreciar con una simple búsqueda en Google de los términos "Heinlein + fascista". Resulta prácticamente imposible encontrar una crítica de Tropas del espacio que no gire alrededor del carácter promilitarista del libro, en lugar de su valor literario.

A nivel personal, me costará olvidar una anécdota que tuvo como consecuencia mi expulsión de un foro (una de tantas, tampoco es que fuera un drama), cuando opté por ponerme de firma la siguiente cita de Pórtico de Frederick Pohl:

Le di tres o cuatro puñetazos, con toda la fuerza de que fui capaz, en el pecho, en la cara, en el vientre. Ella cayó al suelo, sollozando. Yo me arrodillé a su lado, la incorporé con un brazo y, revestido de una absoluta sangre fría, la abofeteé dos veces más. Todo ocurrió como dirigido por Dios, de una forma absolutamente inevitable; y al mismo tiempo noté que mi respiración se había acelerado como si hubiera subido unas montañas a todo correr. La sangre zumbaba en mis oídos. Todo lo que veía estaba teñido de rojo.

Finalmente oí unos sollozos ahogados.

Uno de los usuarios del foro se quejó a los administradores de que estaba haciendo apología de la violencia de género y éstos decidieron expulsarme si no la cambiaba. Yo, que no veía la defensa ni el ensalzamiento por ningún lado negué la acusación y dejé la firma como estaba y fui expulsado.

Pórtico es un libro de formato autobiográfico en el que se narra la vida de Robinette Broadhead, un perdedor alcohólico y conformista, pero que a diferencia de Henry Chinaski se pasa el libro autocompadeciéndose por todo, desde su nombre de mujer hasta la decoración de la consulta de su psiquiatra, lo cual hace que el personaje carezca de fuerza y la lectura sea tediosa. Sin embargo, esta cita tiene una fuerza mayor que el resto del libro junto (salvo las últimas páginas). Este párrafo supone el punto en el que el personaje toca fondo de la única forma que podía hacerlo (un personaje tan autodestructivo sólo puede darse cuenta de que está hundido cometiendo un acto tan despreciable que hasta él sienta asco no fingido de sí mismo), y a la vez es un punto de inflexión que le permite reaccionar y tomar aunque sea un mínimo control sobre las riendas de su vida. Todo esto pasa desapercibido para los que profundizan en la superficie, sin preocuparse por el contexto y leen el símbolo que quieren leer, ignorando otro de los fragmentos del prefacio de Oscar Wilde:

Ningún artista es morboso. El artista está capacitado para expresarlo todo.

Pensamiento y lenguaje son, para el artista, los instrumentos de su arte.

El vicio y la virtud son los materiales del artista.

El vicio es un material más que puede ser utilizado. Un personaje repugnante debe ser mostrado realizando actos degradantes, para que el lector pueda sentir el horror de sus acciones. Ojo, tampoco estoy defendiendo la casquería, pero existe un enorme abanico de posibilidades entre eso y la mojigatería actual.

El caso contrario -alabar una obra mediocre porque nos gusta lo que cuenta- es igual de erróneo, pero menos grave, porque al menos se disfruta y no se sufre. No voy a entrar en detalles porque repetiría muchos de los comentarios que hice en la primera entrada de la serie.

Y el tercer problema que surge al profundizar en un libro con excesiva subjetividad es que se pierden matices y se tiende a dar una interpretación única a las palabras. Un ejemplo claro es el de Don Quijote de la Mancha, que a lo largo de la historia ha recibido múltiples interpretaciones. Todas ellas estaban en el texto desde el principio, pero cada generación de estudiosos sólo vio lo que buscaba. Sin embargo, el valor de la obra es constante, nadie debería menospreciar la calidad de un libro por tener un punto de vista tendencioso.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Partamos de la premisa que adoro a Wilde y la introducción de "El retrato de Dorian Gray", ah y que mi tendencia a la polémica es más o menos como la tuya.
Por eso se me ocurre preguntar si has caído en la posibilidad de que una obra artística también cumple un fin social, no solo estético. ¿Los artistas, sea cual sea su expresión, estamos libres del compromiso social o político? ¿Es posible librarse de ello? ¿Mostrar la foto de una niña muriéndose enterrada viva es alabable siempre y cuando esa foto sea una obra de arte? ¿Y el compromiso del artista hacia el mundo y hacia esa niña? La obra de arte muestra la esencia del ser humano. No creo que el artista deba alejarse de eso mucho o se convertirá en Dorian Gray.